Boris Berenzon Gorn
Mi primer trabajo académico fue en el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde tuve el privilegio de convivir con figuras como Santiago Genovés, Jaime Litvak, Alfredo López Austin, Carlos Navarrete, Barbro Dahlgren y Johanna Faulhaber.
Allí descubrí que el pensamiento riguroso podía ir de la mano de la cordialidad, y de entre todas las presencias que confluían en dicho centro académico, siempre me impactó la de Johanna Faulhaber Kamman (1911–2000), tanto por su rigor como por su ternura científica y su capacidad de devolver a la vida, con sus estudios sobre el cuerpo humano, el crecimiento y la historia, la capacidad de asombro.
La historia de la ciencia en México está profundamente marcada por figuras extranjeras que supieron convertir el exilio en pertenencia y la diferencia en una oportunidad para el conocimiento. Tal es el caso de Faulhaber, antropóloga física de origen alemán, quien, al huir del régimen nazi, encontró en México un terreno fértil para construir una obra científica precisa y profundamente ética.
Fue pionera en estudios sobre crecimiento infantil, antropometría aplicada, osteología prehispánica y somatotipología deportiva. Su legado trasciende la dimensión empírica de la antropología biológica, en la medida que constituye una reflexión sobre el cuerpo como espacio de identidad, biografía y cultura.
Ciencia en el exilio
Nacida en Essen, Alemania, el 6 de junio de 1911, Faulhaber tuvo una formación académica inicialmente anclada en la tradición científica germánica, caracterizada por su precisión metodológica, sin embargo, la llegada del nazismo obligó a miles de científicos e intelectuales a abandonar dicho país. Faulhaber fue una de ellos.
Arribó a México en 1936, escapando no solo de la persecución ideológica, sino del secuestro de la ciencia por parte del totalitarismo. En 1938 ingresó a la carrera de Antropología Física en el Instituto Politécnico Nacional y, en 1942, se naturalizó mexicana. Un año más tarde se incorporó como investigadora al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), donde inició una prolífica trayectoria académica que se extendería por más de tres décadas.
Uno de sus primeros proyectos fue el estudio, publicado en 1965, de restos óseos en el sitio arqueológico mexiquense de Tlatilco. En dicho trabajo, combinó métodos osteométricos con una lectura interpretativa, revelando información sobre las condiciones de vida, enfermedades y prácticas funerarias de dicha cultura prehispánica.
En otro frente, incursionó en la antropometría aplicada al diseño industrial. Su propuesta de 1955 sobre patrones de vestimenta adaptados a las medidas reales de la población mexicana, puede considerarse, de acuerdo con los antropólogos físicos Carlos Serrano Sánchez y Sergio López Alonso, una de las primeras iniciativas de ergonomía cultural en el país.
A partir de 1957, encabezó el primer estudio longitudinal sobre crecimiento infantil realizado en México. Durante más de una década, su equipo siguió el desarrollo de niños y niñas desde la infancia hasta la adolescencia. Esta investigación dio lugar a dos obras que, al día de hoy, son aún referentes nacionales en materia de salud y desarrollo: El crecimiento de un grupo de niños mexicanos (1961) y Crecimiento: somatometría de la adolescencia (1970).
Con visión crítica, insistió en la necesidad de crear tablas de crecimiento basadas en la realidad mexicana, en lugar de replicar modelos extranjeros. Además, indagó en el inicio de la menarquia y la influencia del entorno urbano sobre el desarrollo corporal, aportando una perspectiva integradora entre biología y contexto social.
México 68, la ética científica frente al espectáculo
En el marco de los Juegos Olímpicos de 1968, Faulhaber dirigió un ambicioso proyecto de evaluación somatotipológica en más de mil atletas internacionales que se dieron cita en el encuentro cuatrianual. Desde un laboratorio instalado en la Villa Olímpica, ubicada al sur de la Ciudad de México, coordinó la recolección de datos antropométricos con el fin de analizar la relación entre constitución corporal y desempeño deportivo.
No obstante, al descubrir que estos datos comenzaban a ser utilizados con fines comerciales sin su autorización, optó por renunciar al proyecto. Este gesto, silencioso pero firme, reafirmó su compromiso con la ética científica. Para ella, el conocimiento no podía ser explotado sin consentimiento, ni prestarse a propósitos ajenos a una vocación humanista y formativa.
Herencia científica y formación de generaciones
Hasta su muerte, ocurrida en el año 2000, mantuvo un vínculo activo con la comunidad académica. En 1982 fue nombrada investigadora emérita del INAH; un lustro después recibió el Premio Universidad Nacional, otorgado por la UNAM y, en 1996, fue distinguida por la Máxima Casa de Estudios con un doctorado honoris causa.
En sus últimos años colaboró con jóvenes científicas como María Elena Sáenz, con quien publicó investigaciones sobre desarrollo físico en adolescentes deportistas. Asimismo, recibió tributos como la antología Búsquedas y hallazgos. Estudios antropológicos en homenaje a Johanna Faulhaber (2001), en cuyas páginas, coordinadas por los ya citados Carlos Serrano y Sergio López, sus colegas evocan no solo su obra, sino su temple ético y su capacidad de formar a nuevos cuadros de profesionales.
La vida y obra de Johanna Faulhaber Kamman son una lección profunda sobre el papel del cuerpo en la ciencia y el lugar de la ética en la producción del conocimiento. Cada medición que tomó, cada tabla de crecimiento que realizó, es una afirmación de dignidad humana.
Fue una mujer que eligió a nuestro país no solo como patria adoptiva, sino como territorio para el pensamiento. Su legado permanece vivo en la antropología física mexicana y en el compromiso con una ciencia que, más que limitarse a describir, busca, ante todo, transformar.
Ideario de Johanna Faulhaber Kamman
1. El cuerpo es territorio de conocimiento y dignidad
El cuerpo no es un simple conjunto de medidas, sino un espacio donde convergen historia, biología y cultura. Medir al ser humano no significaba reducirlo, sino comprenderlo y respetarlo en su complejidad.
2. La ciencia debe servir a la sociedad
Impulsora de proyectos de aplicación práctica, desde el diseño de ropa hasta la salud infantil, articuló el saber científico con necesidades reales de la población.
3. El conocimiento debe producirse con ética
Su renuncia al estudio olímpico de 1968, ante el uso indebido de datos, fue una afirmación ética. La ciencia, en su visión, debía estar al servicio de las personas, no del mercado.
4. La verdad científica es universal, pero debe dialogar con lo local
Faulhaber defendió una ciencia situada, sensible a las características culturales y biológicas de cada población. Rechazó la aplicación acrítica de modelos extranjeros.
5. Enseñar es un acto de futuro
Durante más de 30 años enseñó en la ENAH y en la UNAM. Para ella, la formación académica implicaba transmitir no solo conocimientos técnicos, sino principios para pensar con libertad.
6. El exilio no es renuncia, sino elección
Su decisión de vivir en nuestro país no fue solo una salida del peligro, sino una apuesta vital por la libertad y el conocimiento. México fue su hogar intelectual.
7. La ciencia no tiene género, pero sí debe cuestionar sus desigualdades
Sin proclamarse feminista, su vida y obra fueron una afirmación del lugar legítimo de las mujeres en la ciencia. Lideró proyectos, formó equipos y construyó conocimiento desde su experiencia como mujer y científica.
8. Medir al ser humano es preguntarse por su bienestar
Cada una de sus investigaciones tuvo un componente ético y social. Para ella, la antropología debía contribuir al bienestar humano, especialmente al de las y los infantes.
Referencias:
- Faulhaber Kamman, Johanna, ‘El somatotipo y la menarquia en niñas de la Ciudad de México’, Estudios de Antropología Biológica, Vol. 7, No.1, pp. 113-136, 1997.
- Faulhaber, Johanna y Sáenz, María Elena, ‘Peso y estatura de subadultos mexicanos’, Anales de Antropología, Vol. 28, No. 1, pp. 69-88, 1991.
- Serrano, Carlos y López Alonso, Sergio (Coord.),Búsquedas y hallazgos: Estudios antropológicos en homenaje a Johanna Faulhaber, Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM, 2001.
- Villanueva, María, ‘Johanna Faulhaber Kamman (1911–2000)’,Anales de Antropología, Vol.34, No.1, pp.205-210, 2009.