El Museo Nacional de las Culturas del Mundo comparte 60 años de saberes y experiencias en las páginas de nierika

Hace 60 años, el 4 de diciembre de 1964, abrió sus puertas el Museo Nacional de las Culturas del Mundo (MNCM). Desde el principio, sus creadores Beatriz Barba y Julio César Olivé Negrete, dejaron en claro su excepcionalidad, al ser una institución destinada a conocer cómo son y viven los seres humanos en distintas latitudes, “a entender su mentalidad y enseñar a comprender sus costumbres, tradiciones e ideas”.

Con una mirada fresca y crítica, en virtud de que cuenta con nuevos aliados, colaboradores e interlocutores, el recinto, adscrito al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), revisa la experiencia acumulada en seis décadas y las perspectivas de su quehacer en el No. 28 de nierika, publicación electrónica semestral de la Universidad Iberoamericana.

Bajo el título, “Culturas del mundo. Conocer(nos) y reconocer(nos) desde otros saberes”, en la presentación de la edición, la directora del MNCM, Alejandra Gómez Colorado, apunta otros aspectos que hacen singular este museo del Centro Histórico de la Ciudad de México, inmueble que alojó al antiguo Museo Nacional. 

En su opinión, es atípico en tres renglones: dentro del propio INAH, ya que sus piezas han llegado gracias a donaciones, intercambios y regalos de universidades, recintos museísticos, gobiernos y amigos del mundo; dentro de la red de museos de México, al invitar a conocer a los otros desde su historia y sus problemas; y en el contexto de los museos ‘de las civilizaciones’ o de ‘cultura universal’, cuyos acervos provienen de procesos colonizadores. El MNCM representó, desde su origen, un pensamiento decolonial, cuando el término no se había insertado en la academia.

La antropóloga manifiesta que este ha sido un espacio de confluencia entre profesionales y visitantes, donde la experimentación ha dado lugar a montajes de todo tipo, “desde las salas de exhibición más clásicas hasta propuestas críticas. Un crisol de experiencias, reflexiones y saberes, nuestro museo busca proyectarse por muchos años más, en la medida en que sus colecciones sigan creciendo”.

La entrega de julio-diciembre de 2025, es la primera de dos que nierika dedicará al recinto, y su confección es resultado de la labor su directora, Valeria Sánchez Michel; de la editora, Clara Stern Rodríguez, y de la subdirectora del MNCM, Norma Angélica Silva Gómez.

El dosier del número 28 presenta contenidos reveladores. Por ejemplo, en “Facsímiles históricos y contemporáneos en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo”, la curadora Dahil Mariana Melgar Tísoc, refuta la falsa idea de que el grueso de sus colecciones corresponde a réplicas. En su artículo, aclara que 99.4% de los más de 17,000 registros del acervo son originales paleontológicos, arqueológicos, históricos y etnográficos.

Por su parte, en “El oro blanco de los inuit: los objetos en marfil de morsa del Museo Nacional de las Culturas del Mundo”, el investigador del Museo del Templo Mayor, Emiliano Melgar Tísoc, comparte los resultados del análisis arqueométrico que realizó, a la par que narra la historia de las piezas y su proceso de llegada al repositorio.

A partir de su amplia experiencia con los públicos, en “Mirar desde el presente y materializar el sueño futuro”, el egiptólogo del MNCM, Gerardo P. Taber, reflexiona sobre los estereotipos que ha creado el cine alrededor de las piezas del Egipto faraónico.

También, de corte arqueológico, pero situado en Mesopotamia, el ensayo de los investigadores José Luis Blesa y Hamlet Antonio García Zúñiga aborda el contexto y el texto de una pieza sumeria que, tras muchos años de permanecer en el Museo Nacional de Antropología, retornó al MNCM.

Otros textos, incluido uno de la fundadora Yolotl González Torres, son ventanas a un museo que apuesta por superar el racismo y el pensamiento supremacista en pleno siglo XXI, reconociendo la cultura de los otros y difundiendo el conocimiento y el respeto a la vida que tienen las culturas no hegemónicas.