Pequeña novela del reino de Jerusalén, de Daniel Escoto, premio Antonio García Cubas del INAH

Escrita por Daniel Escoto, Pequeña novela del reino de Jerusalén (2024), mereció el Premio Antonio García Cubas, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en la categoría de novela histórica, al ser un ejercicio de imaginación contado al detalle, sobre la instauración en el siglo XII de un Estado cristiano en la ciudad histórica y el crisol cultural al que dio lugar.

La obra fue presentada por el autor, así como por su ilustrador, Itamar Martínez Palma, en la pasada 36 Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia (FILAH), donde compartieron su proceso creativo con los asistentes. Al alimón lograron plasmar en ideas, caligrafía e imágenes, ese mosaico que fue Jerusalén, cuatro décadas después de la Primera Cruzada.

Para poner en contexto, cabe recordar que en 1095 el papa Urbano II predicó en el Concilio de Clermont la recuperación del santo lugar. Cuatro años después, el gobernante fatimí (una dinastía islámica) expulsó de Jerusalén a la población cristiana, pero Godofredo de Bouillón tomó la fortaleza por asalto, masacrando a su población musulmana y judía.

Así, los cruzados crearon el reino de Jerusalén, gobernado por el hermano de Godofredo, Balduino I. Debido a su despoblamiento, la urbe recibió una migración masiva constituida por gente venida de distintos puntos de Europa como Francia y Escocia, mercaderes genoveses, entre otros, además de población local cristiana integrada por sirios, armenios, maronitas, coptos, que evitaba el retorno de los expulsados.

El historiador del arte Daniel Escoto, quien también se desempeña como guionista y locutor, expuso que Jerusalén y los territorios aledaños tomados, se convirtieron en epicentro de peregrinaciones y de comercio, generando una cultura híbrida muy rica e interesante:

“A la vuelta de cada página, el lector, guiado por Foulques —al que inventé a partir de un personaje histórico muy definido—, explora la ciudad en 360° recorriendo banquetes, mercados, cocinas, leprosarios y conventos…, convirtiéndose en un espía, en alguien que toma la identidad variopinta de sus habitantes: barbero, cocinero, lacayo, mozo de caballeriza...

“Jerusalén hunde sus raíces en el tiempo, desde Estados y reinos pasados, ahí estuvieron los romanos con su crueldad, también padeció la crueldad helénica, y en este momento que aborda la novela, se constituye como un reino cristiano, donde hay un patriarca que rivaliza con el poderío monárquico”, explicó.

Escoto presenta una diminuta viñeta en cada uno de los azulejos del mosaico de Pequeña novela del reino de Jerusalén. La comida parece embarrar los dedos de los lectores; los menjurjes y los chismes, los objetos y las vidas cotidianas van sumando al ensamblaje de una ciudad que es a la vez pública y privada. Todo esto ocurre mientras los personajes se acomodan en el espacio, convirtiéndose en nuestros aliados en el trayecto.

Pequeña novela del reino de Jerusalén (Ediciones Odradek) representa vivir la urbe durante un año, viéndola vestirse de fiesta y primavera, transformar sus colores y sus rituales; cada uno de los episodios remite a un mes, en una especie de calendario en el que las historias suceden de manera simultánea.

“Uno de los grandes riesgos para la imaginación histórica es que te puedes engolosinar con el contexto. Lo interesante es revestir a los personajes de estas costumbres, para este caso del Medievo, con los detalles correctos.

“Podríamos pensar de manera común que la ciencia ficción es la que imagina lo que podría ser, mientras que la imaginación histórica nos habla de lo que fue. Pero, ¿qué tal si alternamos los términos e imaginamos desde la ficción histórica, las posibilidades de aquello que fue que pudo haber sido?”, propuso Escoto en la presentación editorial.