
Tener un buen comportamiento en vida era vital para que la estancia en el Purgatorio fuera transitoria. Para los novohispanos, la muerte podía significar un destino glorioso en el Cielo o uno doloroso en el Infierno. Por ello, era necesario hacer donaciones, penitencias, orar constantemente o hacer mortificaciones corporales, ya que todo esto podría reducir su paso por el Purgatorio. Entre algunas órdenes religiosas, la vida ascética era fundamental para ser ejemplares y ser bien recompensados tras fallecer. El pensamiento carmelita, por ejemplo, implicaba la renuncia a lo mundano y, si se caía en faltas terrenales, la reparación de sus daños podía buscarse a través de la expiación corporal.