Coatepantli de Tula: un muro entre lo sagrado y lo simbólico
El Coatepantli o “muro de serpientes” es una de las estructuras más relevantes y significativas de la antigua ciudad tolteca de Tula, en el actual estado de Hidalgo. Su nombre proviene del náhuatl y hace referencia al elemento decorativo predominante: serpientes esculpidas que recorren sus placas de piedra. Este muro fue el antecedente directo de los coatepantli que más tarde se construirían en centros ceremoniales mexicas, como los de Tenochtitlan, urbe en la que mantuvo su función como límite entre los espacios sagrados en torno a los templos principales.
En la cosmovisión mesoamericana, y en particular entre los mexicas, los muros como este no sólo marcaban el límite físico de los recintos ceremoniales, sino que representaban también una frontera simbólica entre el mundo profano y el ámbito de lo divino. Es muy probable que este concepto ritual tuviera ya raíces profundas en la tradición tolteca, como sugiere la presencia del Coatepantli en Tula.
Las imágenes centrales del muro muestran representaciones de esqueletos humanos devorados por serpientes de cascabel de gran tamaño. Esta escena alude a prácticas de sacrificio humano y a creencias ligadas al renacimiento y la renovación del cosmos a través de la muerte, elementos clave en la religión tolteca y posteriormente en la mexica. Las serpientes, además de representar la muerte, eran también símbolo de fertilidad, poder y transformación.
A los lados se encuentran grecas escalonadas que reflejan una influencia mixteca, pues son similares a las que decoran los muros de Mitla, en el Valle de Oaxaca. Las almenas en forma de caracol cortado que coronan el muro se asocian con Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada, particularmente en su aspecto astronómico como el planeta Venus, la estrella matutina. Esta deidad, central tanto para los toltecas como para los mexicas, simbolizaba el conocimiento, el sacrificio y el ciclo cósmico de la vida y la muerte.