El enigma de la escritura maya: Yuri Knórosov
Las inscripciones mayas talladas en estelas, templos y códices conforman uno de los sistemas de escritura más sofisticados de la antigüedad. Se trata de un sistema logosilábico en el que cada glifo podía representar una palabra completa o, bien, una sílaba, y con frecuencia ambas lecturas coexistían en un mismo texto. Los escribas mayas organizaban estos signos en bloques que se leían de izquierda a derecha y de arriba abajo, lo que dotaba a los escritos de una combinación de arte, historia, cosmovisión y lengua en cada composición.
Durante mucho tiempo, estos glifos fueron un misterio indescifrable. Fue el lingüista soviético Yuri Knórosov quien, a mediados del siglo XX, propuso que los signos registrados por fray Diego de Landa —religioso del siglo XVI que había documentado los glifos mayas antes de destruir cientos de códices— no correspondían a letras del alfabeto español, como se creía, sino a sílabas del maya antiguo. Knórosov aplicó métodos estadísticos posicionales y comparó los textos monumentales con los códices prehispánicos para demostrar cómo un glifo podía emplearse tanto como palabra completa como componente fonético.
Su trabajo abrió el camino para descifrar los textos mayas y, gracias a sus estudios, hoy podemos leer nombres de gobernantes, genealogías, rituales, fechas, nociones científicas y cosmológicas, así como eventos religiosos y sociales que los pueblos mayas mesoamericanos dejaron inscritos en múltiples soportes desde la piedra hasta la cerámica.
