El martirio de Felipe de Jesús en Japón: un mural en la catedral de Cuernavaca
En la nave central de la catedral de Cuernavaca, Morelos, un conjunto de frescos redescubiertos en 1955 narra uno de los episodios más trascendentes del cristianismo novohispano: el martirio de los misioneros que partieron de la Nueva España rumbo a Asia con la esperanza de evangelizar aquellas tierras. Entre ellos se encontraba fray Felipe de Jesús, primer santo mexicano.
Originario de la Ciudad de México, Felipe de las Casas (su nombre de nacimiento) profesó como franciscano En 1596, el fraile, junto con otros hermanos de su orden, iniciaron el tornaviaje desde las Filipinas en un convoy de la Nao de China; sin embargo, debido a una tormenta, la nave San Felipe en la que los religiosos navegaban encalló en las costas de Shikoku, en Japón.
Sin embargo, al momento en que los accidentados franciscanos arribaron al territorio nipón, Toyotomi Hideyoshi, el gran señor feudal que unificó el imperio, mantenía, por cuestiones políticas y comerciales, una feroz persecución de misioneros cristianos. Así, con un mal sino, el 5 de febrero de 1597, en Nagasaki, Felipe fue crucificado junto con otros veinticinco religiosos y laicos, este acontecimiento transformó a estos misioneros en un símbolo de fe y sacrificio para la Nueva España.
Los murales de Cuernavaca, ocultos por siglos bajo decoraciones posteriores, representan este pasaje con notable fuerza narrativa. Aunque se desconoce el año de su elaboración, su factura y el contexto histórico sugieren que fueron realizados poco después del suceso o tras la llegada de las reliquias del santo a México, hacia 1629.
