Santuario de Guadalupe: neogótico en las montañas de Cuetzalan
En el corazón de la Sierra Norte de Puebla, en Cuetzalan, se levanta el templo de Nuestra Señora de Guadalupe, cuya construcción comenzó, precisamente, el 12 de diciembre de 1889. La iglesia destaca por su marcado estilo neogótico, inspirado en la basílica de Nuestra Señora de Lourdes, en Francia, un referente de la arquitectura religiosa del siglo XIX asociado a las ideas y métodos del célebre arquitecto y restaurador Eugène Viollet-le-Duc.
En las últimas décadas del Porfiriato, el afrancesamiento permeó la vida cultural y urbana del país. Arquitectos e ingenieros consultaban y eran instruidos en las academias con manuales y tratados franceses, entre ellos los del afamado Viollet-le-Duc, cuyas reflexiones sobre el gótico y la restauración influyeron en la estética de numerosos templos y edificios civiles, y contribuyeron a la expansión de este estilo en la construcción de iglesias en todo el país.
Así, el neogótico encontró en México un terreno fértil. El santuario guadalupano de Cuetzalan es un ejemplo singular de esta corriente, especialmente por su adopción del gótico flamígero, una de las últimas fases del arte medieval europeo caracterizada por líneas ascendentes y ornamentación dinámica. Sus torres son las que más resaltan, pues, además de que mantienen el estilo europeo, se encuentran decoradas con pequeñas vasijas de barro encadenadas, a razón de esto, se le conoce comúnmente como iglesia de los jarritos, un detalle que la distingue en la arquitectura neogótica religiosa del país y que dialoga con la identidad artesanal de la región.
