Solsticio en Xochicalco: luz y tiempo sagrado
El solsticio de invierno es un fenómeno astronómico que ocurre cuando el Sol alcanza su posición más baja en el cielo al mediodía en el hemisferio norte, marcando el día más corto del año y el inicio del invierno. Este punto en el ciclo solar —en el que los días comienzan a alargarse nuevamente— fue observado por numerosas culturas antiguas como un momento de renacimiento solar y reorganización del tiempo cósmico.
Para las sociedades agrícolas de Mesoamérica, la observación de los solsticios y otros eventos solares —como el paso cenital y los equinoccios— fue fundamental no solo para medir el tiempo, sino para organizar rituales, calendarios ceremoniales y actividades productivas como la siembra y la cosecha.
En el caso de Xochicalco, la evidencia arqueológica respalda la existencia de conocimientos astronómicos avanzados y de estructuras que funcionaron como instrumentos temporales y calendáricos. La ciudad conserva numerosas inscripciones y relieves con fechas, que reflejan la capacidad de los xochicalcas para registrar eventos solares y astronómicos de manera precisa. Estas inscripciones incluyen signos de días y años, y se han interpretado como herramientas para correlacionar ciclos solares con actividades rituales y ceremoniales, lo que demuestra la profunda integración del conocimiento astronómico con la vida social y religiosa del sitio.
Los sacerdotes Xochicalcas contadores del tiempo, edificaron un calendario de horizonte para registrar los equinoccios y los solsticios en la Plaza de la estela de los Dos Glifos.
Aunque la evidencia directa de observaciones específicas del solsticio de invierno en Xochicalco aún es objeto de investigación detallada por la comunidad académica, el hecho de que el sitio desarrollara instrumentos y calendarios solares indica cómo estas sociedades vinculaban los movimientos del Sol con su cosmovisión, su calendario ritual y sus prácticas productivas.
En conjunto, el solsticio de invierno no solo marcaba un momento astronómico —el retorno del Sol para seguir su ciclo anual— sino que representaba también un momento simbólico de renovación y continuidad en la estructura del tiempo, la vida ceremonial y la relación de los pueblos mesoamericanos con el cielo y la tierra.